lunes, 16 de agosto de 2010

Cosmonautas en botella.

Habían transcurrido veinte años desde su último encuentro, toda una vida, océanos, ríos, países y continentes los separaban. De una forma u otra se mantuvieron en contacto, al principio no,por que tanto uno como el otro querían olvidarse y reducir a añicos ese amor de niños que les ponía los ojos y el rostro resplandecientes de felicidad.
Una tarde mientras ella caminaba en las playas de Cuba una botella con un papel llego a sus pies. Era una carta de su antiguo amante, de unos meses después de su partida hacia otros mundos, su letra desprolija y borrosa como si temblara al escribir reflejaba el dolor del emisor, en la carta el asumía toda la responsabilidad del entierro de su amor, que si bien los cargos no eran ciertos la responsabilidad era solo suya. Ella que aun lo amaba pero también estaba hundida en el dolor se sintió rara quizás enojada quizás contenta pero decidió olvidarlo sin guardar ningún luto por el entierro de ese amor seguían pasando los meses y los años los amores de una o mil noches, pero ella de manera extraña seguía pensando y releyendo en su memoria esa carta, imaginaba en su mente el porque de su rudimentaria escritura, tan alejada de esas cartas de novios que le enviaba antes y si al arrojarla al mar el imaginaba que ella la leería. Decidió escribirle con escusa de esa vieja amistad  que una vez tuvieron, pregunto y pregunto a sus amigos hasta dar con su paradero y se la envió sin esperar respuesta.
La respuesta no se hizo esperar, como si fuese un acuerdo mutuo ninguno menciono nada del aparente ya enterrado amor aunque cierto cariño irrompible traspasaba en las nostálgicas correspondencias en las que se a las tardes de hamacas y caramelos de colores. Pasaron los primeros años y seguían las anécdotas de el y su aventuras África y ella le contaban como cambiaban las cosas en la Cuba de su niñez .
Nunca sabre a ciencia cierta quien de los dos dejo escapar una de sus ya viejas pasiones en una de las partes de las cartas, pero cuando lo hizo fue como sacar el tapón de una pileta para que salga el agua, cientos de cartas se intercambiaban contándose el luto que ambos habían cargado y padecido, pero la conclusión era siempre la misma no podían determinar la causa de la muerte de ese amor terminaron por declarar que había sido de muerte natural ninguno termino de creerlo pero decidieron renunciar a este tema.
Las cartas continuaron hablado de nada  y de todo, pero ahora con una tensión sexual reprimida en la negra tinta que plagaba esos cuadritos blancos atrapada tras los grises barrotes que atravesaban la rectangular hoja. Pero de pronto y sin previo aviso nada, nada ni una despedida ni una declaración de guerra, ni una de paz nada solo nada, ella siempre mas razonable que el empezó creyendo en un retraso del correo, luego en que estaría ocupado en otra cosa, luego que algo le habría sucedido, luego que no, que simplemente opto por olvidarla y luego tubo la certeza, algo le ocurrió una premonición de esas que nos dejan sin aire y frío detrás de la espalda, salio de su casa con una convicción irrevocable, decidida a encontrarlo, a derribar los puros impenetrables a atravesar los ríos los mares, lo océanos, los países y los continentes que los dividían porque algo le había pasado a el.
Recorrió desiertos interminables, hablo con unos y con otros, hasta que dio con el.
Tirado en una pobre choza que simulaba un hospital herido ya inconciente por la fiebre, cuido de el, mientras el inconciente alucinaba oraciones, hasta que luego de semanas el despertó tenia una extraña expresión al verla al costado de la improvisada cama, no era sorpresa era como si supiera desde el momento que cerro los ojos por la infección de la herida que al abrirlos ella estaría a su lado, por dos minutos se contemplaron en silencio mientras la piel se les erizaba por debajo de las ropas. Estuve soñando dijo el, soñando que estaba lejos tuyo, lejos de  tu risa que me abrasa cuanto quiero llorar, lejos de tus besos y tus caricias que me acompañaron en la guerra, solo como un hombre en la luna vacío y sin vida. Yo también lo soñé dijo ella mientras en besos y caricias el difunto amor revivía, el olor del cuerpo de uno era la droga para el del otro, sus muslos eran recorridos por las manos del otro con la mima pasión y fuerza que el mar cubre las playas en las mañanas de verano, estaban confundidos era extraño habia pasado mucho tiempo y el luto había sido grande pero no se podían detener, una fuerza inexplicable los empujaba a seguir (...)
Continuará.

3 comentarios:

  1. Te quiero panqueque ♥
    " el olor del cuerpo de uno era la droga para el del otro" Que ternura .. jaja

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  2. :O tenés blooog mi amoor♥. pero ponele más onda como el mio esta medio pedorrito XD.
    jajaja
    te amo esposooo

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  3. Señor Galileo: Espero con ansia que termine de una vez este relato... Dios Salve al corrector automático del Office.

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